
Paseo blanco en el Bernabéu
El Barcelona se plantaba en Chamartín como líder liguero, por diferencia de goles o por lo que sea, pero en la cima de la tabla. Claro, el Clásico no entiende de quién va en cabeza, de fracasos europeos, ni de estrenos caseros. En el rectángulo verde pesan más las sensaciones, los estados de ánimo, el robo de iniciativa, pero sobre todo, la contundencia; arma en la que el Real Madrid supera a los blaugranas, confirmado con el justo 3-1.
Ancelotti lo tenía claro, el Barça sufre si de fútbol interior se trata en faceta ofensiva, así como que se ahoga cuando no encuentra a Lewandowski. Bueno, más se frustran y se miran en busca de soluciones que tampoco llegan desde la banda. El plan de Carlo fue minuciosamente ejecutado por sus discípulos, amén de que a este Barcelona de jornadas recientes no se necesita mucho esfuerzo para herirle.
Los merengues tienen un llave llamada Vinicius, que además de abrir puertas con regularidad desde la temporada anterior, se presenta como el factor clave para que cualquiera de sus compañeros sea quien festeje tras asistencia o jugada ya clásica del brasileño. -Dirán los parcieles "blancos" que no hay mejor momento que un Clásico-.
El 1-0 y el 2-0 tuvieron un sello similar. El balón siempre al 10+1, tiempo de samba y, el resto se entiende entre la euforia y el saber que tras Benzema reencontrarse con el gol, Valverde se hace cada vez más imprescindible para duelos como estos en los que para mayor satisfacción merengue, le ha dado por dejar su huella en las estadísticas con balones puestos en la red como si se tratase del mejor 9.
El francés provocó la amnesia de esos críticos que solo comprenden este deporte a partir de la memoria corta. Eran tres choques sin anotar y parecía que llevaba toda una temporada, e incluso, le ponían fecha de caducidad a su etapa como madridista al sacar nuevamente la lista de los sustitutos sin pensar que este lunes Karín recibirá un merecidísimo e indiscutido Balón de Oro.
Mientras, el Clásico fue tomando color local y mostraba a los azulgranas en total estado de desconexión, salvo pequeños chispazos de baja percepción. El escenario era ideal para el Madrid, que sin mucha prisa sabía cuando poner la marchas necesarias para tirar a la lona a los visitantes.
Fue entonces que apareció el mismo protagonista, ese que siempre corretea por la izquierda, un nuevo desajuste y turno para Federico, el falso extremo aunque verdadero puntal en este Real que presume de saber pegar.
A todo esto, la historia se escribía tan solo en un primer acto, en el que los dirigidos por Xavi Hernández no daban la impresión de poder recuperarse para una segunda parte que se antojaba calcada a la inicial. Cierto es que no fue del todo así, pero tras el pitazo final los festejos quedaron en el mismo bando.
Las respuestas desde banquillo no tardaron en llegar por parte de los culés. Urgía algo más de intensidad, por lo que Fati, Gavi y Alba no demoraron en pisar el verde. Los de blanco asustaron en los primeros compases de los segundos 45 minutos, tanto que Benzema volvía a anidar en el marco de Ter Stegen, pero el VAR daba aliento al Barça. El Clásico giraba a favor de un mismo lado.
De forma tímida, con cierta desesperación o porque se acordaron de jugar con el esférico, la media hora final tuvo más presencia barcelonista hasta encontrar un premio que trasladaba los nervios a la grada del hasta entonces feliz Bernabéu. Ferrán aprovechó el desparpajo de Ansu y el talento vestido de bondad de Robert para un 2-1 que brindaba esperanzas de cambiar los acontencimientos.
Eso sí, la tarea no se debe dejar para el cierre y quienes ya tenían la labor adelantada la culminaron con un arma letal. Un contragolpe derivó en claro penal de Eric a Rodrygo y el propio brasileño confirmó lo que desde el comienzo se había estado tejiendo. Un Clásico triunfo del Madrid.
Comentarista Deportivo de Radio y TV. Redactor de Fútbol. Podcaster
Arian Alejandro
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